La creciente complejidad de los automóviles modernos no sólo trae beneficios en términos de comodidad y tecnología, sino que también conlleva importantes riesgos.
Según el parlamentario del VVD, Bart Groothuis, los coches hoy en día funcionan como “ordenadores de conducción”, lo que los hace vulnerables a ciberataques y espionaje. Los sistemas digitales de los vehículos recopilan datos continuamente y, si no se protegen adecuadamente, pueden ser fácilmente pirateados o asumidos por partes malintencionadas. Esto no sólo supone una amenaza para la privacidad del propietario, sino también para la seguridad del conductor y de otros usuarios de la vía.
El auge de los vehículos conectados, que dependen de software y conexiones a Internet, ha introducido un nuevo tipo de amenaza. Los automóviles modernos suelen estar equipados con sensores, sistemas GPS y tecnologías de comunicación integradas, lo que los convierte en objetivos potenciales para los piratas informáticos que pueden explotar estos sistemas para acceder a datos confidenciales o incluso tomar el control del vehículo. Groothuis señala estos peligros y enfatiza que es crucial que los gobiernos y los fabricantes prioricen la seguridad de estas tecnologías.
amenaza potencial
Uno de los aspectos más preocupantes que plantea Groothuis es la posibilidad de espionaje por parte de potencias extranjeras, en particular China. Groothuis señala que países como China ya han tomado medidas de gran alcance para restringir las tecnologías occidentales en áreas sensibles, como instalaciones militares y edificios gubernamentales. “Los propios chinos están lejos de ser ingenuos”, afirma Groothuis. Se refiere a la política china de prohibir los coches de Tesla y otras marcas occidentales, por ejemplo, en bases militares y ministerios, por miedo al espionaje. Groothuis sugiere que los países occidentales deberían adoptar un enfoque similar para protegerse de amenazas potenciales.
"Lo que los propios chinos están haciendo en Polonia es decir que Tesla y todo tipo de productos occidentales no son bienvenidos en las instalaciones militares ni en los ministerios chinos", dice Groothuis. Destaca que este es un claro ejemplo de cómo un país intenta protegerse contra la injerencia extranjera. “Nuestros productos de Nokia y Ericsson no son bienvenidos en su infraestructura de telecomunicaciones. Y creo que deberíamos reflejar eso. Entonces sus productos no son bienvenidos en nuestro mercado. Se están desconectando de nosotros. Y todo lo que hacemos es reflejar eso”.

Sin embargo, según Groothuis, no se trata sólo de intereses económicos o proteccionismo, sino principalmente de seguridad nacional. Le preocupa la dependencia de tecnologías extranjeras y las posibles consecuencias si se utilizan indebidamente para espionaje u otros fines dañinos. “Esto muestra rápidamente qué es el proteccionismo económico y qué significa la verdadera seguridad nacional”, advierte.
Según Groothuis, la amenaza de interferencia extranjera es especialmente preocupante porque los automóviles modernos no sólo dependen de la tecnología occidental, sino también de fabricantes y proveedores de software extranjeros. Pide regulaciones y medidas más estrictas para garantizar que la información confidencial recopilada de los automóviles permanezca segura y no caiga en manos de partes maliciosas o estados hostiles.
Cortado
El llamamiento de Groothuis llega en un momento en el que cada vez más países están tomando conciencia de los riesgos del espionaje digital y los ciberataques. En el pasado ha habido varios casos en los que los sistemas de los automóviles han sido pirateados de forma remota, lo que ha generado preocupaciones sobre la seguridad de los conductores y sus pasajeros. Además, en todo el mundo se expresan crecientes preocupaciones sobre la influencia de China en infraestructuras críticas, como las telecomunicaciones y el transporte.
La petición de Groothuis de un enfoque más estricto y una política espejo con países como China está en consonancia con el debate más amplio sobre la protección de los intereses nacionales y las crecientes preocupaciones sobre la dependencia de tecnologías extranjeras. El equilibrio entre la cooperación económica y la seguridad nacional se está volviendo cada vez más difícil de mantener, especialmente en un mundo donde tecnologías como las de los automóviles modernos están cada vez más entrelazadas con tensiones geopolíticas.