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En los últimos años, la movilidad como servicio (MaaS) ha surgido cada vez más como una solución innovadora para integrar diversos servicios de transporte en una plataforma accesible.

Al reunir diferentes formas de movilidad, como el transporte público, los coches compartidos, las bicicletas y los scooters, en una única aplicación, MaaS pretende aumentar la facilidad de uso para los viajeros. A pesar de los avances prometedores, muchas iniciativas enfrentan desafíos que van desde obstáculos financieros hasta la aceptación de los usuarios.

MaaS en Europa

Varias ciudades de Europa occidental han experimentado con soluciones MaaS en los últimos años. Finlandia fue uno de los pioneros en la Aplicación Whim, lanzada en Helsinki en 2016. En un año, se reservaron 1,8 millones de viajes a través de la aplicación, lo que subraya el potencial de MaaS. En Alemania, Deutsche Bahn desarrolló el Aplicación Qixxit como planificador de viajes nacional, pero en 2019 fue absorbido por lastminute.com, lo que significó que la iniciativa desapareció en su forma original. Bélgica dio un paso importante en septiembre de 2023 con la introducción de la Aplicación Floya en Bruselas, que permite a los usuarios combinar diferentes servicios de movilidad en una sola plataforma. Los Países Bajos también experimentaron con MaaS, con siete proyectos piloto repartidos por todo el país en 2019.

A pesar de los numerosos proyectos piloto y el interés de gobiernos y empresas, parece difícil implementar con éxito servicios MaaS a gran escala. Uno de los mayores obstáculos es la viabilidad financiera. Reunir a diferentes proveedores de transporte en una sola plataforma genera estructuras de precios complejas y márgenes bajos, lo que dificulta que muchas empresas emergentes de MaaS operen de manera rentable. La falta de un modelo de ingresos sólido ya ha arruinado varias iniciativas.

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Felyx
Foto: © Pitane Blue - Felyx

Para una adopción más amplia, es esencial que las plataformas MaaS ofrezcan a los usuarios una experiencia más fluida, más rentable y más confiable que sea al menos tan conveniente y atractiva como usar el transporte privado.

La aceptación del usuario también es un desafío. Convencer a la gente de cambiar el transporte privado por servicios de movilidad compartida resulta difícil en la práctica. Sobre todo en zonas donde el transporte público está menos desarrollado, la gente sigue utilizando su propio coche. Las aplicaciones MaaS pueden ser tan avanzadas como son, pero sin cambiar el comportamiento del usuario, sigue siendo difícil llegar a un público amplio.

barreras para el éxito

La movilidad como servicio (MaaS) se ha presentado durante años como el futuro de la movilidad. La idea es simple: una plataforma integrada que permita a los usuarios combinar y pagar fácilmente diferentes modos de transporte, como transporte público, coches compartidos, scooters y bicicletas. En teoría, parece una solución ideal para ciudades agitadas y un futuro sostenible. Sin embargo, el cambio masivo de usuarios aún no se ha producido. A pesar de los beneficios prometidos de conveniencia y flexibilidad, varios factores parecen plantear barreras para su adopción a gran escala.

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La razón principal por la que MaaS no se está adoptando masivamente es simple: la gente se aferra a los hábitos. Tener un coche sigue siendo un símbolo de libertad e independencia. La transición a un sistema donde los usuarios dependen de múltiples operadores, de disponibilidad variable y de plataformas digitales requiere un cambio importante de comportamiento. “El coche está en la puerta, sé qué esperar y no tengo que pensar en disponibilidad ni en costes por viaje”, es un argumento común. Esta comodidad es difícil de superar con una solución MaaS que aún está en desarrollo.

múltiples aplicaciones

Otro obstáculo es la integración de Plataformas MaaS. Aunque el concepto promete unir diferentes servicios de transporte, la práctica ha demostrado ser difícil. A menudo los usuarios todavía tienen que instalar varias aplicaciones o crear cuentas separadas para operadores específicos. Esto genera frustración y provoca que muchos usuarios potenciales abandonen el proceso. “Tiene que funcionar perfectamente, de lo contrario es demasiado complicado”, afirma un usuario de una aplicación MaaS. Hasta ahora, los proveedores no han podido eliminar suficientemente esta barrera.

La estructura de precios de MaaS también es un problema. En muchos casos no está claro si los costes son realmente más baratos que tener un coche propio o una suscripción estándar al transporte público. La combinación de costos de suscripción, tarifas individuales y diferentes modelos tarifarios dificulta que los usuarios tengan una buena idea de lo que están gastando. “A veces pagas por flexibilidad, pero luego termina siendo más caro que tener tu propio coche”, opina un usuario crítico. Esto genera reticencia, sobre todo cuando los precios no son transparentes ni predecibles.

La fiabilidad y disponibilidad de los servicios también juegan un papel importante. La movilidad compartida se enfrenta a desafíos como la escasez de vehículos en las horas punta, bicicletas o scooters en mal estado y tiempos de espera impredecibles para el transporte público. Una experiencia negativa puede provocar que un usuario abandone el sistema y recurra a su propio medio de transporte. "Si no estoy seguro de si hay una bicicleta compartida disponible por la mañana, prefiero utilizar mi propio coche", dice un viajero.

política de privacidad

Además, existe desconfianza sobre la privacidad y la seguridad de los datos. Las plataformas MaaS recopilan y procesan grandes cantidades de datos personales, como preferencias de viaje, datos de ubicación e información de pago. A los usuarios les preocupa cómo se utilizan estos datos y con quién se comparten. Con regulaciones de privacidad cada vez más estrictas y una creciente conciencia sobre la seguridad de los datos, esto puede ser una barrera seria para la adopción de MaaS.

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compartir bicicletas
Foto: © Pitane Blue - bicicletas compartidas en Amberes

Además, no todo el mundo se siente cómodo con el aspecto tecnológico de MaaS. Aunque los usuarios jóvenes con habilidades digitales no tendrán muchas dificultades, el umbral para los usuarios mayores o con menos conocimientos técnicos puede ser significativo. Un sistema complejo con múltiples aplicaciones, procedimientos de inicio de sesión y métodos de pago puede disuadirlos.

difícil aceptación

Los factores culturales también juegan un papel en la difícil adopción de MaaS. En muchos países, incluidos los Países Bajos, tener un coche se considera un símbolo de estatus y una señal de éxito. La idea de cambiar ese coche por un medio de transporte compartido choca con hábitos muy arraigados. En ciudades como Ámsterdam y Utrecht, donde la presión del aparcamiento y las políticas medioambientales obligan a la gente a considerar alternativas, hay una mayor disposición. Pero en otras partes del país, donde el automóvil sigue siendo la opción más rápida y confiable, la resistencia sigue siendo alta.

Por último, las diferencias en las regulaciones y políticas plantean un desafío importante para MaaS. El sector de la movilidad está fragmentado, con diferentes leyes, regulaciones municipales y estrategias nacionales. Esto dificulta la implementación fluida de los servicios MaaS, lo que significa que los usuarios de algunas ciudades tienen acceso a ciertos servicios pero no en otras. Esta falta de consistencia socava la confianza e impide que los usuarios cambien rápidamente.

Para que MaaS sea verdaderamente exitoso, es necesario eliminar estos obstáculos. Los usuarios esperan un servicio que sea al menos tan confiable, asequible y sencillo como sus opciones de transporte actuales. Solo cuando la integración funcione de forma totalmente fluida, la estructura de precios sea atractiva y la fiabilidad esté garantizada, MaaS podrá convertirse en una alternativa completa a la propiedad del automóvil. Hasta entonces, sigue siendo una innovación prometedora, aunque todavía no del todo convincente.

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